¿Dónde empezaba Gertrude Stein y dónde acababa Alice B. Toklas?
Una aproximación de cómo una pareja literaria de mujeres fue el centro de gravedad sobre el que orbitaron algunos de los grandes del siglo XX
El salón artístico-literario más famoso de todos los tiempos fue fundado y capitaneado por una pareja de mujeres norteamericanas, lesbianas y que habían sentado su base en el París previo a la I Guerra Mundial. Los primeros momentos se llenaron con Picasso, que incluso llegó a retratar a Stein. Mientras Toklas se encargaba de cocinar amorosamente para este y muchos otros artistas en la casa de dos plantas de ambas en el 27 de la Rue de Fleurus, que acabó pareciendo un museo repleto de obras de arte. Un piso cuyas paredes habrían podido contar historias de Matisse, Juan Gris, Ernest Hemnigway, F. Scott Fitzgerald o Charles Chaplin, por citar sólo algunos.
Y no se sabía muy bien dónde empezaba Gertrude Stein y dónde acababa Alice B. Toklas, mutuo reflejo en el espejo de la otra, un binomio extraño que se configuró como apoyo económico y artístico de los que después fueran grandes maestros reconocidos por la Historia. Alice se quedó maravillada con Gertrude desde el mismo instante en que la vio y se dice que dejaba que brillase en las tertulias que organizaban junto a todos estos amigos, pero luego era la que comandaba la casa, decidía la vestimenta de ambas y mostraba cuando era necesario su carácter. Incluso Hemingway dejó constancia de ello en uno de sus escritos en los que habla de sus tiempos en París al relatar una pelea entre ambas.
Producción literaria
Stein buscaba desarrollar su creación artística a través de las letras. Su escritura trataba de ser experimental, aplicando la superposición del cubismo de Picasso a la construcción del relato. La obra que la hizo conocida fue “Autobiografía de Alice B. Toklas, por Gertrude Stein”, en la que en realidad habla de su propia historia en boca de su compañera (una muestra más de ese ser en la otra que vivían). Esta tampoco se quedó atrás y escribió “El libro de cocina de Alice B. Toklas” y “Sabores y aromas del pasado y el presente”. De estilo más llano, daban rienda suelta a la pasión y a la habilidad principal de Toklas: era una maestra de los fogones. El primero de ellos ha sido especialmente famoso por la inclusión en el mismo de una receta con marihuana (de ahí la película “Te quiero, Alice B. Toklas”, en la que un joven Peter Sellers se abre al mundo hippie), pero también es un compendio de experiencias y anécdotas alrededor del acto de comer. Relata y documenta las invitaciones a las que acudieron, dejando anotado el menú en cada uno de los casos y analizando las decisiones. Habla de los tiempos de guerra, de algunas de sus vivencias, conversaciones y de cómo se las arreglaba en la cocina. Desde luego, es toda una rara avis literaria.
Centro de gravitación de artistas
Para Stein, su hogar era central. A menudo decía que esa estabilidad en casa le daba libertad para hacer contribuciones radicales a la literatura y a las artes, algo para lo que Toklas fue fundamental. Juntas lograron amadrinar y acunar a esa Generación Perdida de escritores, que fue bautizada por la propia Gertrude tras escuchar como el dueño del taller al que había llevado su coche a reparar reprendía con este calificativo a uno de los mecánicos que acababa de llegar de la guerra por no tener listo el coche.
Retrato de Gertrude Stein que pintó Picasso
Hasta dónde influyeron sus vidas las obras de tantos artistas es difícil de dilucidar, pero una pequeña muestra es el retrato que de Stein pintó Picasso, quién también elaboraba pequeños dibujos de petit point para Toklas y que tenía celos de Matisse. La correspondencia que mantenía el pintor con la escritora y muchas otras muestras de las relaciones que cultivaron ambas con el mundo de la literatura y la pintura son parte del legado que dejaron a la Universidad de Yale, y que documentan sus vidas y trabajo. Unas fotografías, manuscritos, cartas y papeles personales que prueban sobre qué centro gravitaron los grandes del siglo XX.
Hace años que conocí la figura de Gertrude Stein y me encantó.
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Me ha parecido muy interesante. Es rito con profundidad y belleza.